Nº 48 - Encuentro

Traías el cabello encrespado,
el olvido mojado,
y el orgullo dañado.
En tu mirada,
se reflejaba el aliento agrio,
el ánimo sin puerto,
el bagaje oxidado.
Macilento y graso,
mugriento y sediento,
así caminabas…
Y por fin,
en tu lucha,
en tu lúgubre renuncia,
te fijaste en mí.
Y yo,
que portaba el hermoso candil,
sacudí las verdes ramas
que cegaban nuestra astucia.
Y así,
sólo así,
juntos aterrizamos.
Nos aseamos el lacio cabello,
resolvimos los oscuros recuerdos,
cejamos, en alimentar nuestro Ego.
Relajamos las armas,
acicalamos los encuentros,
Y trasnochamos…
con el fin,
de localizar ese puerto,
en el que atracar el ánimo,
la alegría y el llanto,
el talento y también la pasión.
Ese duende,
que ahora nos vuelve cuerdos,
ese duende que nunca pereció.
Porque debo decirte,
que encontrándote,
me enamoré de Ti.




Mensaje: Esperado, ansiado y venerado es el encuentro contigo mismo/a. Que la fe no falte, que la fe no te agote, que la fe sea tu motor, pues sin ella, no existiría ese momento de pura revelación. Manifiesta el espíritu. Acude a la luz de tu esencia, tiene mucho que decir. Conoceros y enamoraros. Ponte en sus manos, estás en el camino.