Nº 43 - Resolviendo…

Encendí la vela del recuerdo,
el mismo día que te ví partir.
Caminando henchida y dolorosa,
pronto decidí dejar de vivir.
La llama repiqueteó mi pasado,
hundido por el orgullo quebrado.
En la palma sostuve el llanto,
que me apartó salvajemente de ti.
Alcé mi mano al fuego,
ardió de pronto el tormento.
Se fundió la voz de nuestros sueños,
calmando la sed con un beso.
Observé la cera desaparecer,
al ritmo de mi comprensión,
la mecha del dolor desapareció
y con ella también todo rencor.
Apagué la vela de mi duelo,
y encendí la mecha,
de este, mi momento.
Abracé con fuerza el presente,
y me sumergí en la vida de nuevo.
Ahora sólo sé,
que la fuerza y la fe,
me permitieron emprender.
Fue entonces,
cuando sostuve tu abrazo.
En mi corazón encendido,
contuve el aliento reprimido,
volviendo transparente nuestro lazo.
Y así resolví…
De pronto se me nublo la mente,
se me enturbió el olvido,
se me erizó la brisa,
helada por el dulce rocío.
Semejante emoción,
incapaz de reprimirse,
fue la que me obligó a palpitar,
fuera de toda opresión y límite.
Mi corazón, ya completo,
da de nuevo brillo a mis ojos,
ni ceguera, ni obsesión,
ni turbia ni ebria borrachera.
Ahora sólo habita en mi corazón,
la más bella y sensata
de las estrellas.
Fue por todo ello,
por lo que resolví.



Mensaje: Existen momentos en los que la mujer llega a desprenderse hasta de sí misma, y lo peor es, que él lo sabe. Eleva tu autoestima y el vacío se precipitará sobre sí mismo. Hazte valer. Ámate, ama. Respétate, respeta.