Nº 19 – Lo que encierro

Te miro,
entonces pienso.
Me miras,
te apetece,
es intenso.
Paso ante ti,
te conmueves,
está claro,
me estremeces.
Te vuelvo a mirar,
sólo siento,
enloquezco,
me apetece,
es intenso.
Pasas ante mí,
lo presiento,
está claro,
nos miramos,
es inmenso.

Pues cada vez que me pongo a pensar y te miro, siento que sin ti nunca nada será lo mismo. Cada vez que tus ojos azorados me miran, me apetece, todo se torna más y más intenso. Nada es por pura coincidencia. Está claro lo que debo hacer. No volver a mirar atrás. Cuando pienso, se hace evidente. El entusiasmo se apodera de mí. Ya nada es lo mismo, nada es igual. Ahora me purifico todos los días. Cada vez que te cruzas en mi camino, olvido las horas perdidas en aquel lugar oscuro al que nunca regresaré. Cada vez doy un paso más hacia el equilibrio, reconociendo la armonía. Siento como la tranquilidad me invade, ya no tiemblo, ni siento escalofríos. Porque no tengo miedo. Consigo percibir el perfume de la primavera. Mi ánimo no desfallece, pues sé que todo esfuerzo tiene su justa recompensa. Nunca nada podrá ser peor que el día anterior. Porque cada vez tengo más claro cuál es mi camino…




Mensaje: Gozar de tranquilidad de espíritu es poder palpar la relatividad de la vida. Estar en armonía con nuestra alma, nos fortalece y otorga la seguridad necesaria para caminar de forma ascendente en esta vida. Siéntela, siéntete, siéntele, sois UNO.